viernes, 20 de febrero de 2009

Rúa do Vilar

Hoy voy a retratar un sitio, un espacio, con el deseo de que alguien recoja alguna vez esta botella de naúfrago, y si hay respuesta, algún dia recopile un montón de pequeños espacios únicos e irrepetibles. Sin fotos, sin imágenes que desvirtuen la verdarera realidad de la palabra.
La rúa do Vilar, es una pequeña calle del casco antiguo de Santiago de Compostela.
Era Enero, llovía como sabe llover en Galicia, con calma, con una lluvia fina que difumina ligeramente la realidad. Apenas habia gente, y las losas de granito viejo, brillaban con la llovizna.
La Rúa do Vilar es básicamente piedra y soportales. Bajo los soportales, paseaba con tranquilidad, al abrigo de la lluvia, y disfrutaba de esas pequeñas tiendas que aún sobreviven en la vorágine del recuerdo turistico. La vieja sombrerería, el edificio del casino y las pequeñas tiendas de queixo y aguardiente, comparten ahora recorrido con los "Doner Kebabs", "Coronel Tapioca" y diversas tiendas de "Souvenirs", que se insertan como una puñalada en el paisaje.
Me gusta más pensar en calle de canteiros y artesanos, curas y rufianes, monjas y prostitutas, en una ciudad que aspiraba llegar a Dios, construyendo su Catedral, la del final del camino. La del fin del mundo. Una vorágine de 500 años de piedra. Una ciudad en torno a un objetivo. Peregrinos y monjes, leprosos y lisiados de una España en eterna guerra, que acudían a buscar la salvación. Oro y plata del nuevo mundo para la obra perfecta.
En este mundo de piedra, la Rúa do Vilar desemboca en la Plaza de Platerias, muy próxima ya a la Puerta Santa y a la Plaza de la Quintana. Una calle para pasear, principalmente en invierno, con esa lluvia menuda y suave, abrigado por los sencillos soportales de fustes desplomados.
Yo para variar, prefiero recorrerla al revés. Dando la espalda a la catedral y avanzando hacia la Plaza do Toural. Admiro la necesidad humana de alcanzar la eternidad con obras eternas, pero disfruto más de los soportales que abrigan, la fuente que da de beber y de la pequeña tienda que huele a queso y aguardiente.