"Escoña", podría ser una expresión de sorpresa para dirigirte a alguien que te acaba de sorprender. Pero no, hoy me quedo con este "palabro" para hablar del país donde vivo. Mi gran "ESCOÑA".
Recientemente, un cliente al que ya considero en parte amigo, me encargaba todo ese papeleo necesario para abrir una nueva oficina en un pequeño ayuntamiento.
"Ya se que es una cosa pequeña", me decia, "... pero son dos puestitos de trabajo nuevos y creo que aquí hay demanda para lo que yo hago."
Nos pusimos manos a la obra y se entregó la documentación necesaria para la apertura de la oficina.
Tras 6 semanas, mi cliente recibe una carta del ayuntamiento, que dice en letras grandes y en negrita: "REQUERIMIENTO DE SUBSANACIÓN DE DEFICIENCIAS". Claro, pues dicho así, acojona.
Sobrepasado el susto inicial y puestos a leer, le requerían que dado que pensaba habilitar un bajo en un inmueble de reciente construcción era necesario que presentara copia de la licencia de primera ocupación del inmueble.
Yo quedé perplejo, ya que es el Ayuntamiento es que da ese documento, y no entendía por que el Ayuntamiento requería al administrado un papel que el mismo emite.
No pasa nada, le dije, mañana mismo me acerco y resolvemos el problema.
Al día siguiente madrugué ya que pensaba que esto era cosa rápida, y que mejor que resolverlo rápido para disfrutar despues de un café sin cargas de conciencia y con el trabajo hecho.
Para ponernos en antecedentes, el departamento técnico municipal dispone de 2 (dos) personas. A saber: técnico y administrativo.
El técnico, sin pestañear, me espeta:
.-Ya sabes que es obligatorio que el edificio tenga licencia de primera ocupación para poder abrir locales.
.-Ya, contesto. Y qué pasa, ¿Que no la tiene?.
.-No hombre, no. Me contesta. Si no vas a tener ningun problema, pero tienes que presentar la copia en el registro.
.-¿Y quién tiene el original? Pregunto un poco mosqueado.
.-Pues está aquí, donde va a estar, en urbanismo. Me contesta poniéndose un poco a la defensiva,.
Recapitulé unos segundos y le dije:
.- Entonces.. ¿tengo que solicitarte a ti la copia de la licencia, para después presentarla en el registro para que te la hagan llegar?
.- La ley dice bien claro que el edificio tiene que tener .....
En ese momento y sin mi café de la mañana, deseé estar rodeado de más gente, para poder preguntar:
¿Por favor, alguien habrá traido un apretador de huevos, para que yo se lo coloque a este tío donde le duela, que yo me he dejado el mio en casa?.
Por desgracia, estaba solo, y a fin de cuentas eran dos contra uno.
Todo un departamento que debía de tramitar mi solicitud, buscar la documentación, remitirla en tiempo y forma, y yo, alegre administrado, volvería a llevarsela a una hermosa ventanilla para que a su vez se la hicieran llegar.Eso si, cumpliendo siempre los plazos reglamentarios.
Completaríamos entonces del Via Crucis y ya está.
No es para tanto, que al final, lo que pasa es que uno es un impresentable y lo que quiere en realidad es que la administración se mate cada vez que tengo un capricho.
Resumiendo, apagué las dos neuronas que en ese momento se mantenian activas aunque dispersas, y me puse con los trámites. Escribí aquí, me sellaron allá, y me fuí resignado al encuentro con mi café de la mañana.
Cogí el períodico y comencé mi comunión:(noticias verídicas del día, lo juro)
Noticia nacional: Los sindicatos se plantean denunciar a un ministro que fue a salir en la foto de la demolición de no se que edificio, para construir un más nuevo y flamante. Parece ser que se fue al "chollo" con su martillo hortera estrenado para la ocasión, pero sin medidas de protección adecuadas.
Noticias nacional 2: Una madre denuncia a su hijo de 17 años ante el juez, porque parece ser que la criatura es un "angelito". Ha incendiado la casa, amenazado a su madre y a su padre, roto mobiliario, robo, etc.
El juez, hombre sabio como pocos, ha dado la razón a la madre y a condenado al "niño" a 2 meses de arresto domiciliario.
Ala, querida madre, si despues de dos meses aún estás viva, mánda al "angelito" otros dos mesitos de vacaciones con el Sr. Juez a ver si le mola.
Después de esto no pude más. Acabé el café ya sin motivación. Cerré la prensa y pensé:
La verdad es que no se que día de mi vida decidí cambiar de país y venirme aquí, a Escoña, pero esto no me sienta nada bién.
domingo, 26 de septiembre de 2010
domingo, 12 de septiembre de 2010
Vendo sensaciones
Tras el parón veraniego, donde he realizado un importante esfuerzo por neutralizar mis neuronas más rebeldes, se acerca el otoño, la rutina del trabajo y asomo la nariz por esta pequeña ventana al mundo.
Mientras cumplía con la rutina matutina de la espuma y la cuchilla, en la radio una tertulia sin mucha profundidad, analizaba un grave problema que azota a la humanidad:
Los ricos, es más, no los ricos a secas, sino los ricos muy ricos, riquísimos, se aburren en sus sempiternas vacaciones.
Si señoras y señores, a los ricos riquísimos les irrita que Mónaco o S. Tropez se llene cada verano de chusma asalariada, que aunque admira sus inmensos yates y sus espectaculares coches, pues eso, al final del verano te sueltan eso de "yo estuve de vacaciones en Mónaco como ese fulano mega rico".
Y que decir de esas islas paradisicacas con impuestos de cuento de hadas, que gracias a una infinita flota de cruceros para todos los bolsillos, se llenan de pensionistas y acarameladas parejas en luna de miel. Tampoco son ya signo de exclusividad para que se vea que soy rico, riquísimo o mega rico.
Así que puestos en esta tesitura y en este grave problema mundial, una tipa muy lista, explicaba en la tertulia que ahora ya están salvados. Han inventado el "turismo de sensaciones". Un turismo mega caro, por supuesto, que ofrece al super mega rico lo que no se puede comprar con dinero. LAS SENSACIONES.
Según explicaba, se trataba de pequeños hoteles, perdón, quise decir "resorts", super, super exclusivos, donde uno puede disfrutar de la puesta del sol, de una comida entre amigos (los amigos son de pago, por eso son tan pluscuamperfectos), y cosas de estas tan exclusivas que te escojonas por la pata. Eso si, para que nos demos cuenta del nivelazo de lujo, al que nunca podremos aspirar, tienen servicio de limpiagafas, para que la puesta de sol sea perfecta, y con colocar un pequeño banderín en posición erecta, los amigos-colegitas de pago, desaparecen educadamente y uno se queda tranquilo y sin amigos.
Que quereis que os diga. Llevo dos meses de verano disfrutando de mis más entrañables amigos, y los míos no tienen precio. Nos hemos sentado en la mesa a disfrutar del buen llantar y hemos tertuliado sin usar absurdos banderines. Tengo unas hermoas puestas de sol en mi modesto jardín, y por el momento soy capaz de limpiarme yo solito las gafas.
Que no os engañen. Las sensaciones no tienen precio. Alguien está pensando en mercantilizarlas para que nos sintamos desdichados por no tener dinero y no poder tener las sensaciones de esos ricos, cada vez más ricos.
Pues no. Las sensaciones no cotizan en bolsa. No tiene precio. Cada uno tiene las suyas, y esas son las mejores del mundo mundial. No hay mejores sensaciones con más dinero. Por mucho que se empeñen, aún quedan dos o tres cosillas en este mundo que no se miden en dinero y que nos hacen a todos un poquitín más iguales y sobre todo felices, infinitamente felices de diminutas sensaciones de felicidad.
Mientras cumplía con la rutina matutina de la espuma y la cuchilla, en la radio una tertulia sin mucha profundidad, analizaba un grave problema que azota a la humanidad:
Los ricos, es más, no los ricos a secas, sino los ricos muy ricos, riquísimos, se aburren en sus sempiternas vacaciones.
Si señoras y señores, a los ricos riquísimos les irrita que Mónaco o S. Tropez se llene cada verano de chusma asalariada, que aunque admira sus inmensos yates y sus espectaculares coches, pues eso, al final del verano te sueltan eso de "yo estuve de vacaciones en Mónaco como ese fulano mega rico".
Y que decir de esas islas paradisicacas con impuestos de cuento de hadas, que gracias a una infinita flota de cruceros para todos los bolsillos, se llenan de pensionistas y acarameladas parejas en luna de miel. Tampoco son ya signo de exclusividad para que se vea que soy rico, riquísimo o mega rico.
Así que puestos en esta tesitura y en este grave problema mundial, una tipa muy lista, explicaba en la tertulia que ahora ya están salvados. Han inventado el "turismo de sensaciones". Un turismo mega caro, por supuesto, que ofrece al super mega rico lo que no se puede comprar con dinero. LAS SENSACIONES.
Según explicaba, se trataba de pequeños hoteles, perdón, quise decir "resorts", super, super exclusivos, donde uno puede disfrutar de la puesta del sol, de una comida entre amigos (los amigos son de pago, por eso son tan pluscuamperfectos), y cosas de estas tan exclusivas que te escojonas por la pata. Eso si, para que nos demos cuenta del nivelazo de lujo, al que nunca podremos aspirar, tienen servicio de limpiagafas, para que la puesta de sol sea perfecta, y con colocar un pequeño banderín en posición erecta, los amigos-colegitas de pago, desaparecen educadamente y uno se queda tranquilo y sin amigos.
Que quereis que os diga. Llevo dos meses de verano disfrutando de mis más entrañables amigos, y los míos no tienen precio. Nos hemos sentado en la mesa a disfrutar del buen llantar y hemos tertuliado sin usar absurdos banderines. Tengo unas hermoas puestas de sol en mi modesto jardín, y por el momento soy capaz de limpiarme yo solito las gafas.
Que no os engañen. Las sensaciones no tienen precio. Alguien está pensando en mercantilizarlas para que nos sintamos desdichados por no tener dinero y no poder tener las sensaciones de esos ricos, cada vez más ricos.
Pues no. Las sensaciones no cotizan en bolsa. No tiene precio. Cada uno tiene las suyas, y esas son las mejores del mundo mundial. No hay mejores sensaciones con más dinero. Por mucho que se empeñen, aún quedan dos o tres cosillas en este mundo que no se miden en dinero y que nos hacen a todos un poquitín más iguales y sobre todo felices, infinitamente felices de diminutas sensaciones de felicidad.
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