lunes, 27 de febrero de 2012

SIGLAS Y LATINOS

En una entretenida serie policiaca de estas con las que los yanquis nos amenizan la cena, una policia muy muy lista y un pelín macarra, atrapaba ella solita a una banda de estos latinos que siempre hacen cosas muy malas en las películas yankis.

Esta banda latina que trapicheaba, contrabandeaba y no se cuantas cosas más, se llamaban algo así como "Dominican Killer Kings", y todos los muchachos latinos que aparecian en la peli, llevaban gorras o sudaderas bordadas con una bonita y enorme "DKK".

Alguien con conocimientos de la lengua de Cervantes, le podía haber dicho al guionista de Illinois, que si quieres ser el más duro de tu barrio latino y te pones una gorra enorme que dice "DKK", alguien se va a escojonar. Si además quieres trapichear con coca y te vas a México o similar, algún "mariachi" se puede partir el pecho intentando hacer negocios DKK.

Este asunto de la banda DKK, me hizo recordar una bonita anectoda de mi tiempo de universitario, que dejo apuntada para mayor gloria.

Marcos, era un buen amigo, de padres gallegos, que se había criado en la city londinense hasta que a sus padres les dió la "morriña" y decidieron regresar a Coruña. Era un buén tipo, pero no acababa de acomodarse. A los tres años de comenzar la carrera, decidió que volvía a Londres para acabar allí los estudios.

Al principio escribia cartas contando como le iban las cosas. Si, he dicho cartas, con su sello y todo. Contaba que se habia instalado en el Colegio Mayor y que le agobiaba un poco que su anfitrión (no se por que a los ingleses les gusta tanto esto de los afitriones y demás parafernalia) le insistía una y otra vez en que debía de participar en algún equipo de deportes. 

Eso de "anima sana in corpore sana" lo llevaban los "british" a rajatabla.

Como su compañero de habitación era mexicano y se llevaban bién, decidieron apuntarse juntos al fútbol, porque entre 11 era más fácil escaquearse que en cosas como regatas, criquet o similar.

El caso es que su anfitrión les dijo que el equipo de futbol estaba completo, pero que tenía solicitudes suficientes para un segundo equipo. Además, él les haría el honor de ser su capitán, para que se sintieran debidamente representados en el campus. Así que sin más dilación y resignación, se pusieron mános a la obra.

Con un tercer compañero Colombiano de la lista de solicitudes, decidieron buscar un nombre para el equipo y acabar de darle gusto al pesado anfitrión.

Marcos y sus dos nuevos amigos, le dijeron a su anfitrión:

Estimado Jones, ya que nos has dado la oportunidad de organizar el equipo, y tu vas a ser nuestro capitan, queremos agradecerte tu gesto. Nos gustaría que el nuevo equipo llevara tu nombre y que se llamara "La compañía de Jones".

El querido anfitrión no cabía en su gozo. Les solto un mequeño discurso sobre la importancia del grupo y del equipo. Escogieron un color atractivo y se fué corriendo a preparar las equipaciones.

Marcos y sus amigos latinos, además de otros 8 hijos de la Gran Bretaña, se pasaron tres años corriendo la banda con una hermosa camiseta que a la altura del pecho lucía un grandioso "Co JONES".

De hecho, y sin sabér bién el porqué, el buen Jones se sorprendía año tras año de que las incorporaciones latinas a la residencia optaran mayoritaria mente por realizar un deporte de "Co JONES".



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