
Después de 3 meses de abandono blogero de mi ombligo en la red, debo de dar gracias a los políticos, a la maravillosa clase política, y debería decir lo de CLASE, hasta con mayúsculas, que ha conseguido agitarme y despertarme de mi letargo.
La semana pasada, y en solo una semana, dos perlas políticas rodaron por los informativos llamando mi atención:
La primera comienza en una tertulia de la radio, sobre la contaminación atmosférica. Hablaban periodistas, políticos y científicos, de la contaminación del aire de una gran ciudad española, capital del reino, aunque no daré más pistas.
Mientras una política explicaba con profusión como se habian reducido los índices de todo tipo de monóxidos, dióxidos y de no se cuantos elementos más que recorrian al menos la mitad de la tabla periódica repetida hasta la saciedad en nuestro pasado bachiller, un humilde becario de una universidad, se quejaba amargamente porque aunque los datos eran ciertos, también era cierto que los datos tan positivos se habian conseguido del siguiente modo:
Por el tamaño de ciudad, Europa, la vieja Europa, obligaba a tener al menos 6 centros de medición. Hace 6 meses, y coincidiendo casualmente, solo casualmente con la mejoria de la calidad del aire, 3 de esos medidores se habian trasladado a los 3 parques más grandes que dispone esta nuestra capital.
La política, hábil, arremetió contra el joven becario, con toda una batería de acreditaciones del instituto, de nombre esdrújulo, que avalaba el informe, sus técnicos de reputado prestigio, sus catedráticos estudiosos, y toda la normativa europea que se cumplía a rajatabla.
El becario le contestó que conocía sobradamente a la citada empresa, que paga religiosamente a la universidad, en particular, al departamento del que el depende y que él es el "prigao" que lee diariamente las estaciones de medición para su esdrújula empresa.
Lo que más le "jodía", bueno, empleó una expresión "políticamente correcta", era que despues de 5 trimestres, su tesis doctoral (la posibilidad de completar su currículum y poder escapar de su condición de becario mal pagado) se habia ido al garete, ya que se centraba en no se que variaciones de algún componente químico con el cambio del clima y de las estaciones, y como algún "capullo" había decidido mover de sitio la mitad de los medidores, sus valores ya no servian y debía de comenzar de nuevo (o contar una mentira, pero no quería ir para político, sino para investigador).
La segunda perla informativa es mucho más breve ya que es Británica, y ya se sabe que allí lo solucionan todo sin tanta prosa.
Parece ser que la "City" Londinense sufre una invasión de ratas. Si, auténticas ratas británicas, o aguarones asturianos, que viene a ser lo mismo.
Esta semana, llegó a tal punto, que mientras el "Mayor" británico daba una rueda de prensa delante de la conocidísima puerta del número 10 de Downing Street, un auténtico aguarón de la "British" se paseo impunemente entre primer ministro, prensa, cámaras y policía británica, que como postes de madera miraban de reojo al animalillo.
El primer ministro resolvió, como solo un británico sabe hacerlo: "Solicitaré inmediatamente la adquisición de un gato para la residencia oficial". Ahí queda eso.
Queridos políticos, gracias por despertarme. Necesitaba volver a abrazar mi pequeño blog.
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